Dentro de los sistemas agrícolas que se desarrollan en todo el mundo, las relaciones sociales entre hombres y mujeres son un factor determinante que configura la estructura agrícola actual. Estas relaciones, que se basan en roles socialmente construidos, se están viendo afectadas por la liberalización de los mercados y las políticas de sostenibilidad, dando una mayor participación a las mujeres en toda la cadena de producción agrícola orientada a la exportación.
En América Latina, el papel de la mujer en la agricultura, especialmente en el cultivo del cacao, ha quedado rezagado debido a la falta de factores que faciliten un progreso diversificado y una estructura productiva ambientalmente responsable. La clave está en reforzar los conocimientos técnicos y enseñarles a desarrollar habilidades de negociación que les ayuden sustancialmente a desplegar todas las capacidades de generación de riqueza para superar la desigualdad a la que están expuestas.
Un aspecto importante de la participación de las mujeres en el sector del cacao es la forma en que contribuyen a la sostenibilidad no sólo de los cultivos, sino también en el hecho de que realizan su trabajo de forma eficiente y dedicada, de tal manera que están colaborando intrínsecamente a mejorar su situación económica y la de sus familias. Este empoderamiento le permite visualizar con mayor claridad un papel más equitativo y participativo en el sector donde trabaja.